La realidad puede ser un deseo aconteciendo

El  muro de Roma era un símbolo de lo inquebrantable. No habían podido con él los Bárbaros en ninguno de sus ataques y había resistido incluso el embate de los cañones. Esa historia sustentaba con razón la mítica creencia de que el muro era indestructible. Aunque ya nadie lo creyera por haberlo constatado sino por la costumbre de pensarlo así, cuando alguien necesitaba un ejemplo práctico de  algo inamovible o una imagen de algo inmodificable, apelaba sin dudarlo a esa imagen mental instalada en la gente.
Todavía recuerdo la agitación que provocó en Italia la noticia de que el muro de Roma estaba siendo derribado por la acción de una pequeña hierva. Las semillas de esta hierva estaban adentro del muro y se calculaba que habían permanecido en la argamasa durante siglos, antes de que llegara a ellas la humedad suficiente para germinar. Pero finalmente las raíces de esta pequeña y  frágil plantita estaban derribando el muro desde adentro.
Lo que me llamó la atención fue que hasta unas horas antes de que el fenómeno empezara a notarse los que pasábamos por allí veíamos un muro estático, mientras que “la realidad” era que se estaba moviendo, estallando. Nadie se había percatado del crecimiento de esas pequeñísimas semillas y de cómo su deseo de crecer se estaba abriendo paso entre piedras tan duras y pesadas.
Este recuerdo me trae a la mente otro, cuando junto a unos amigos músicos observábamos el Muro de Berlín. En esa época nadie parecía sospechar que un día pudiese ser derribado. Se nos ocurrió que debíamos hacer una canción que hablara de los   pájaros que surcaban el único  cielo, sin muros; de los peces y demás animales; de las plantas y los aromas de las flores, en fin, de toda la vida que quería salir y entrar, errabundear, habitando el espacio libre, contradiciendo, negándose a creer en “la realidad” del muro. Mientras tanto “la realidad” parecía ser esa altísima barrera tan perfectamente custodiada por guardias insobornables.
Mirábamos el muro como algo así-ahí-para siempre. No percibíamos que  ese muro  estaba siendo construido y a la vez des-construido. Cada vez que se mataba a un ser humano por querer cruzar se estaba matando también –un poco más- la sustentabilidad del muro. Cada intento de fuga desnaturalizaba, des legitimaba, volvía a desacostumbrarnos a la idea de un muro definitivo, nos permitía seguir concibiendo su desaparición, lo cual fue mucho más importante que  las topadoras.
Solemos llamar “la realidad” a una suerte de “afuera inmodificable”, a una suerte de  muro ante el cual sólo cabe estrellarse o resignarse. Cotidianamente se re-instituye este imaginario social, según el cual “siempre fue así” y por lo tanto  “siempre será así”, mediante expresiones tales como: “Es lo que hay”, “sería muy lindo pero… la realidad es otra”; “sé realista”; “tenemos que adaptarnos a las posibilidades reales”; “no te queda otra”…etcétera
Esta imagen internalizada de “la realidad” como afuera inmodificable opera como una profecía que se auto cumple: Si nada va a cambiar ¿para qué habría de intentarlo?; si ya se probó que no era posible ¿qué sentido tendría volver a probar?. “Mejor será que trates de acomodarte lo mejor que puedas en lugar de pasarte la vida queriendo cambiar las cosas”..
Muchas veces  esos recaudos que toma el individuo: acomodarse, conformarse con pasar el rato, no concebir ninguna opción diferente, etc., impiden efectivamente el descubrimiento de nuevas opciones. Luego la constatación de que “todo sigue igual”  refuerza la creencia generalizada de que nada podía haber ocurrido y que “la cosa ES así”.
Parece difícil concebir lo contrario es decir que nada “es” así sino que ¡todo está aconteciendo!.
Y sin embargo sabemos que todo está  siendo provocado en este mismo momento. Esta piedra “es” así porque se está haciendo así, está deviniendo así-aquí, gracias a la temperatura la humedad y la presión de este lugar. Si esas variables cambiaran en lugar de estar siendo piedra (fría, dura) podría estar siendo lava (líquida e incandescente) o arena. Y aún dentro de las variables que la configuran como piedra podría estar siendo hormigón armado; pisa papeles, una pequeña escultura, etc. 
Con más razón podríamos decir que  todos los hechos sociales como el desempleo, la inflación, la mala o buena distribución de las riquezas,  los avances científicos o cualquier otra serie de acontecimientos, están  siendo provocados, decididos, producidos – en este caso por  personas-, y podrían por lo tanto no ocurrir u ocurrir de otro modo. ¿En qué medida cada persona está siendo configurada por otros y en qué medida puede incidir en la configuración de sí misma?
También nuestro cuerpo está aconteciendo, las células se renuevan constantemente al punto que dejamos de tener un cuerpo y adquirimos otro. Estas sucesivas “reencarnaciones” son innumerables oportunidades de cambiar, de mejorar nuestra salud, nuestro vínculo con nosotros, con los otros, con el entorno. ¿De qué depende lograrlo?
La vida es una metamorfosis, vivirla consiste en devenir ese totalmente otro que ya somos. Para ello es preciso romper el oscuro capullo de nuestras creencias paralizantes, emprender el vuelo multicolor de nuestros infinitos deseos. Hay un campo soleado y un cielo infinito esperándonos pero no lo sabemos. Por eso cuando creímos que podíamos ser ese totalmente otro, cuando decidimos emprender ese vuelo, tuvimos la impresión de que El Universo Se Acomodaba a nuestros deseos aunque en realidad éramos  nosotros quienes habíamos  empezado a vibrar concordantemente con él.
El método EUSA nos ayuda a dudar de la certeza de que nada puede cambiar, de que algún deseo es inalcanzable, al menos para nosotros. Luego nos ayuda a concebir ese deseo y a nosotros mismos alcanzándolo. Finalmente nos ayuda a alcanzarlo y a naturalizar ese mecanismo hasta volverlo un modo cotidiano de estar siendo.
A partir de varias experiencias, -las que cada uno necesitó para consolidar su propia fe-, la profecía se volvió positiva: ahora vemos que el afuera es un universo acomodándose a nuestros deseos. Y los recaudos que tomamos al creer que algo va a cambiar, parecen provocar ese cambio; esa nueva realidad.

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